Estudio

Sufjan Stevens: El poema en sánscrito Bhagavad Gita

Abu Sufjan Muhammad fue un gran guerrero armenio que, cuenta la leyenda, tuvo que pasar su espada por los cuellos de mil dragones para rescatar a la princesa. E

Sufjan Stevens: El poema en sánscrito Bhagavad Gita

Modificado el 2009/09/20

Abu Sufjan Muhammad fue un gran guerrero armenio que, cuenta la leyenda, tuvo que pasar su espada por los cuellos de mil dragones para rescatar a la princesa. El nombre de este personaje que nunca existió, se empleó para el músico de Michigan Sufjan Stevens quien, cuenta la leyenda, apareció en la noche del 1 de julio de 1975 en la puerta de la familia Stevens, con una nota en la muñeca que decía "Te quiero". La leyenda cuenta también de los legendarios padres adoptivos de Sufjan que criaron al inesperado bebé en una caja de leche, que le dieron el mismo cariño que a sus otros tres hijos, Jo-Jo, Zukey-Dukey y Jam-Jam. Que le alimentaron a base de zanahorias y que el cuento de cada noche era el poema en sánscrito Bhagavad Gita.

Sufjan Stevens: un banjo y una Biblia

Esta es la biografí­a inventada que explica en gran parte la fascinación del joven autodidacta por los viejos relatos, por los dragones y el cielo, los cisnes, los accidentes geográficos y personajes históricos y dispares como Lincoln, Carl Sandburg, el asesino en serie John Wayne Gacy Jr; y también personajes bí­blicos como Abraham, o los discí­pulos Pedro y Juan.

Lo que sí­ sabemos con certeza de Sufjan Stevens es que nació en Detroit, asistió a la Harbor Light Christian School, donde comenzó a interesarse por la música (es un virtuoso con el banjo y el oboe), y que tras sus dos primeros discos (A sun came, 1998, fue el primero de ellos) siguió la grabación frustrada de un disco sobre el Medio Oeste que debí­a contar historias de vendedores ambulantes, limpiacristales, y fundamentalistas cristianos como los que él contemplaba en su infancia. Es admirador de los tres Williams (Blake, Wordsworth y Faulkner). Suele hablar poco de su vida privada y de sus convicciones, de modo que lo más apropiado para entender su música y sus letras es ir directo a su discografí­a, considerablemente extensa y profunda para su edad, y espectacularmente ambiciosa por los proyectos que tiene en mente.

Su interesante trayectoria continuó en el 2001 con el disco Enjoy your Rabbit, disco electrónico de temática centrada en el horóscopo chino. Ya entonces llamó la atención de la escena internacional, que veí­a una nueva promesa folk, original, incandescente y accesible. Pero nadie estaba preparado para oí­r el siguiente proyecto de la joven promesa: El proyecto de los 50 estados. La grabación de un disco por cada estado norteamericano, de los que sólo ha publicado dos: Greetings from Michigan, the Grate Lake State (2003), y Come on Feel the Illinoise (2005), del que hablaremos en el próximo artí­culo. La intención, según el compositor, es ′escribir canciones que hable de la historia de mi paí­s de la forma más objetiva posible′ (Entrevista a Mondosonoro, 30 de agosto de 2006). Es entre estos dos álbumes cuando aparece el disco que hoy nos ocupa: Seven Swans (2004), siete cisnes.

Es un trabajo donde nos encontramos con ′señales en el cielo′ (Seven Swans); un raro ′despertar de nuevo′ (He woke me up again), y una necesidad de cambio, que culmina en la perfección de un cuerpo nuevo en el Paraí­so (He won′t need legs to stand); una canción desde el punto de vista de El Desequilibrado, con tintes de desafí­o, basándose en la gracia visible sólo ya por destellos del cuento de Flannery O′ Connor Un hombre bueno es difí­cil de encontrar (A Good Man is Hard to Find); la conciencia del mal consumado (In the Devil′s Territory); y el desfile de la naturaleza invitando al cantante a sumarse y perderse en su ′sonido′ (All the Trees of the Field Will Clap Their Hands). Como Samuel, Sufjan oye la voz de Dios que le despierta en la noche (en Seven Swans), para abordar historias como la de Abraham, o la transfiguración de Cristo, que le fascinan. El músico huye del cinismo y la ironí­a, tan tí­picos en nuestro siglo sobre los textos bí­blicos, para buscar de verdad algún elemento al que agarrarse en ellos. Si lo consigue o no, es algo que no sabremos, pues es propio de Sufjan Stevens no deja conclusiones demasiado a la vista, él prefiere dejar migas de pan dispersas pero con sustancia.

Sí­ podemos ver que el disco se encuentra plagado de curiosas referencias personales: In the Devil′s Territory habla también de la búsqueda de Dios que empezó uno de sus músicos favoritos, George Harrison (como dice su canción Long Long Long), aunque luego su búsqueda culminó en una suerte de sincretismo; He woke me up again, rememora la noche en que el padre de Sufjan reunió a la familia alrededor de la cama para anunciarles que los habí­a ′convertido al catolicismo′. Y plagado de alusiones directas a la Biblia: All the Trees of the Field Will Clap their Hands (′y todos los árboles del campo darán palmadas′) es un fragmento de Isaí­as 55:12. Abraham, toma la historia de Génesis 22:1-19, del sacrificio de Isaac. La historia de la transfiguración (The Transfiguration) la tenemos en Mateo 17:1- 12; Sufjan la cuenta tal cual aparece en el relato bí­blico, sin rodeo ni encriptación alguna. En Seven Swans, hay varias alusiones a Apocalipsis: las siete trompetas de los siete ángeles (8:2; Stevens toca la flauta además del oboe), el cordero y los siete espí­ritus (5:6), el dragón (Satanás) en 12:3, y el granizo y el fuego mezclados con sangre cayendo sobre la tierra (8:7). Sin duda, el momento más conmovedor del disco se encuentra en To Be Alone With You, cuando se lamenta de todos los pecados cometidos en el pasado, frente a la rama de un árbol, trayendo inmediatamente a la memoria a Judas, donde a continuación dice:

I′d give my body to be back again,
in the rest of the room

(Darí­a mi cuerpo para volver otra vez,
al descanso de la habitación)

Una habitación que bien podrí­a ser el aposento alto donde transcurre la última cena, y ese mismo Judas queda enfrentado al sacrificio y la expiación de Cristo:

You gave your body to the lonely
They took your clothes

(Diste tu cuerpo al solitario
y ellos tomaron tus ropas)

Armado con un banjo y una Biblia, Sufjan Stevens llega a lugares donde pocos músicos saben hacerlo. Llegando a anticipar lo que ocurre cuando uno se rinde ante esa expiación, cambia de plumaje y se descubre a si mismo transformado en blanco cisne:

I can see a lot of life in you.
I can see a lot of bright in you.
And I think the dress looks nice on you.
I can see a lot of life in you.

(Puedo ver mucha vida en ti.
Puedo ver un gran brillo en ti.
Y creo que ese vestido te queda muy bien.
Puedo ver mucha vida en ti.)

Y esto lo dice con un folk majestuoso en el centro de un salón noble.

Sufjan Stevens: Ruido Celeste

A los habitantes de Illinois, Estado de la Pradera, Casa de Lincoln, territorio de uno de los Springfields conocidos y de Chicago (donde se concentra alrededor del 63% de la población estatal), lugar de los primeros asentamientos de misioneros franceses durante finales del XVIII′ se les atribuye un habla prolongado, un uso del inglés tranquilo, propio de esta tierra de granjeros que han aprendido a mirar al cielo y dejarle trabajar en paz, pues son habituales las tormentas y los tornados, y que poseen un sentido del tiempo, al que no se puede vencer, y cuya acción ha mimado y enriquecido las plantaciones de soja y tofu diseminadas por toda la región.

Este habla lleno de prolegómenos y construcciones gramáticas impredecibles, lleno de matices y saltos temáticos, es el que da verdadero tí­tulo al segundo trabajo de Sufjan Stevens sobre los cincuenta estados: Sufjan Stevens invites you to: Come On Feel the Illinoise, al que nos referiremos como Illinoise, para abreviar, y que introduce un original juego de palabras (noise significa ruido). Desfilan del mismo modo tí­tulos de canciones sencillos de recordar: The Black Hawk War, or, How to Demolish an Entire Civilization and Still Feel Good About Yourself in the Morning, or, We Apologize for the Inconvenience but You′re Going to Have to Leave Now, or, ′I Have Fought the Big Knives and Will Continue to Fight Them Until They Are off Our Lands!, por ejemplo (traducción: La Guerra de Black Hawk, o, Cómo derribar una civilización entera y sentirte cómodo contigo mismo por la mañana, o, Pedimos perdón por la interrupción pero tienen que marcharse ahora mismo, o, He luchado contra los Cuchillos Grandes, y seguiré haciéndolo hasta que se larguen de nuestras tierras.)

Stevens nos invita a conocer y a disfrutar un disco de grandes arreglos y variedad de instrumentos, vital y emocionante. Nos guí­a por un estado llano donde podemos ver platillos volantes entre los largos tendidos eléctricos, surcando crisis existenciales y prados donde viven osos, pioneros del blues, zombies que se llaman Ronald Reagan, Michael Jordan y Al Capone, con un skyline al fondo en el que se recortan las imponentes Sears Towers, a las que visita de vez en cuando Superman, que vive en el mismo estado, en Metrópolis, al sur del estado, justo en el lado opuesto, aunque para el héroe de la mitologí­a norteamericana esto no debe suponer ningún problema. A las afueras de la gran urbe, está Egipto, y en la puerta, Benny Goodman se sacude la arena de los pies con ayuda del swing, mientras Louis Armstrong emprende su propio éxodo.

Illinois también es el lugar de nacimiento del poeta Carl Sandburg, los escritores Helen Keller y Ernest Hemingway, del arquitecto Frank Lloyd Wright, pero también de John Wayne Gacy Jr., y uno de los centros neurálgicos y fí­sicos de sectas como la New Age y la Teosofí­a. Stevens da cuenta de todos estos nombres, además de acontecimientos como el gran incendio de Chicago en 1871, la guerra con los indios Sauks, la Ley Seca, o la celebración del dí­a dedicado cada primer miércoles de marzo a la memoria de Casimir Pulaski, célebre instructor polaco de la caballerí­a americana que inauguró una estrecha relación entre los norteamericanos y los inmigrantes polacos que crecieron en número durante el éxodo de Varsovia en la Segunda Guerra Mundial. Todos estos elementos conforman la imaginerí­a de un trabajo completo y maduro que nos guí­a por multitud de ciudades del estado, cada una de ellas con sus historias, atractivos, personajes imposibles de imaginar, y errores cotidianos.

El acercamiento a la Biblia en Illinoise no es tan evidente como en Seven Swans, pero es más concentrado, más impactante, como un aluvión de ruido celeste, acudiendo a uno con la decisión y trayectoria fulminante de un balón de fútbol americano (por cierto, elemento que se usó en una versión posterior de portada de la que hubo que eliminar a Superman por problemas legales, aunque es posible encontrar otras versiones: con unos globos en lugar de balón de fútbol, con un Al Capone de traje negro, de traje color aceituna′). La Palabra siempre estuvo allí­.

En Casimir Pulaski Day, asistimos a una oración durante un estudio bí­blico sin que ′ocurra nada′, a pesar de que se apliquen consejos como los de Santiago 5:14 cuando alguien enferma; sin embargo, después de que una enfermera atraviese corriendo unos pasillos, suceden cosas interesantes. Se cita a Job (′Dios da, y Dios quita′, Job 1:21) y a través de la ventana el cielo habla:

In the morning in the winter shade
On the first of March on the holiday
I thought I saw you breathing
Oh the glory that the lord has made
And the complications when I see his face
In the morning in the window

(Por la mañana en la sombra del invierno
en el primero de marzo, dí­a festivo
pensé que te vi respirar
Oh, la gloria que el Señor ha puesto
y las complicaciones cuando veo su rostro
por la mañana en la ventana)

Nunca es fácil detectar las señales del Dios del Progreso, como le llama Sufjan Stevens en Come on Feel The Illinoise: The World′s Columbian Exposition / Carl Sandburg Visits me in a Dream, una de las canciones de corto tí­tulo del disco, donde Dios no sólo enví­a señales que se confunden constantemente por los habitantes de la tierra por la que se llora en la canción Chicago; también se busca sentido en poemas de Walt Whitman (Decatur, Or, Round Of Applause For Your Stepmother!), las hazañas y decepciones de los Chicago Cubs, y la ayuda siempre en último momento del último habitante de Krypton. Porque es muy del ser humano sacar conclusiones precipitadas de lo extraordinario (oir Concerning the UFO sighting Highlands, Illinoise), nos dice Sufjan Stevens una y otra vez, habiendo pasado por crisis existenciales que expone en un escenario de cartón piedra (aquí­ va otro tí­tulo sencillo de retener para una pieza instrumental de gran belleza: A Conjunction Of Drones Simulating The Way In Which Sufjan Stevens Has An Existential Crisis In The Great Godfrey Maze)... pero pone igualmente el dedo en la llaga de nuestra obnubilación por toda la solemnidad del ser humano, como describe en The Seer′s Towers (otro juego de palabra entre Sears, nombre real de las famosas torres de Chicago, y seer, vidente), bajo cuyos pies se encuentra la salvación, aludiendo claramente a Isaí­as 7: 14, y a la inscripción del Monumento a Lincoln en Washington DC: IN THIS TEMPLE AS IN THE HEARTS OF THE PEOPLE FOR WHOM HE SAVED THE EARTH (EN ESTE TEMPLO COMO EN EL CORAZÓN DE LA GENTE POR LOS CUALES SALVÓ LA TIERRA). Así­ llama Stevens a otro de sus bellos temas instrumentales, poniendo ′earth′ en lugar de ′union′, como se lee en la inscripción del Monumento.

Tras este brillante derroche de ruido celeste, vino The Avalanch (2006), una especie de disco de rarezas con material no incluido en Illinoise; Songs for Christmas (2006), con villancicos de cosecha propia; y su documental The BQE (2007), sobre la autopista que discurre por Brooklyn - Queens, para el que además compuso la banda sonora.


Estudio escrito en Barcelona por el .


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